Ocurrió en Estados Unidos. Érase una vez un ciudadano que vivía al lado de una carretera, donde vendía bocadillos. Era sordo y, por tanto no escuchaba la radio. No veía muy bien y, en consecuencia, no leía los periódicos. Pero eso sí, vendía buenísimos bocadillos.
– “Papá, ¿no escuchas la radio ni lees los periódicos? Estamos atravesando una gran crisis. La situación está francamente mal, la cosa no podría estar peor.” El padre pensó “mi hijo está en la universidad, es un chico informado, lee los periódicos, escucha la radio y ve las noticias. Debe saber de qué habla”. Así que empezó a comprar menos pan y menos carne, desmontó el letrero y dejó de pregonar sus bocadillos. Sus ventas disminuyeron día a día.
– “Tenías razón, hijo. – Le dijo al muchacho- verdaderamente estamos atravesando una gran crisis.
Este artículo fue publicado por el “New York Times” unos días después de que la última caída de la bolsa de Nueva York hiciese temblar los cimientos de toda la economía norteamericana. Su moraleja es clara: ante el pesimismo generalizado no se puede caer en la trampa del desánimo colectivo.
Arrendó un trozo de terreno, levantó un gran letrero en él y anunciaba su mercancía gritando a todo pulmón: ¡Compre deliciosos bocadillos calientes! Y la gente compraba. Aumentó sus compras de pan y carne, compró un local más grande para ocuparse mejor de su negocio y tenía tanto trabajo que le pidió a su hijo que regresara de la universidad, donde estudiaba marketing, para ayudarle.
Pero entonces ocurrió algo importante. Su hijo le dijo:– “Papá, ¿no escuchas la radio ni lees los periódicos? Estamos atravesando una gran crisis. La situación está francamente mal, la cosa no podría estar peor.” El padre pensó “mi hijo está en la universidad, es un chico informado, lee los periódicos, escucha la radio y ve las noticias. Debe saber de qué habla”. Así que empezó a comprar menos pan y menos carne, desmontó el letrero y dejó de pregonar sus bocadillos. Sus ventas disminuyeron día a día.
– “Tenías razón, hijo. – Le dijo al muchacho- verdaderamente estamos atravesando una gran crisis.
La palabra estratégica “adaptar” vuelve a ser protagonista, ya que esta noticia de carácter cíclica se puede aplicar perfectamente a la crisis actual.