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Muchos alumnos optan por este tipo de carreras por descarte, pero para estudiar o incluso ejercer una profesión como el Marketing, se requieren ciertas habilidades que no todos poseen.
Miles de estudiantes se enfrentan anualmente al desafío de elegir la carrera universitaria que marcará su futuro. Los que más titubean suelen ser aquellos matriculados en humanidades, muchos de los cuales optarán por Derecho o Administración y Dirección de Empresas.
Sin embargo, existe un grupo más indeciso que se inclinará por opciones más arriesgadas, como Periodismo o Publicidad y Relaciones Públicas. Un pequeño porcentaje se aventurará en carreras como Sociología, Filosofía o Historia del Arte, que ofrecen menos oportunidades profesionales. Algunos también consideran carreras de larga duración, que demandan actualizaciones constantes.
Entonces, surge la pregunta: ¿Vale la pena estudiar carreras como Publicidad para ejercer en mi profesión? ¿O es preferible formarse en metodologías de estudio más amplias con un mejor acceso al mundo laboral y luego perseguir mi vocación por otras vías?
El estudio de Marketing tiene como objetivo desarrollar estrategias para comercializar productos o servicios de una empresa. Para lograrlo, es necesario comprender el mercado y satisfacer las necesidades de los potenciales clientes. La actividad de marketing es crucial para la supervivencia del negocio, adaptándose a los cambios y expectativas del consumidor.
Cursar la carrera de Marketing implica diseñar planes de venta, crear promociones, establecer precios y gestionar gastos. Los profesionales de este sector pueden trabajar en diversas empresas, agencias de publicidad, empresas de investigación de mercado, consultorías, sectores públicos o ejercer de forma independiente en proyectos autónomos.
Aunque muchos eligen estas carreras por descarte, es importante tener en cuenta que estudiar o ejercer el marketing requiere habilidades específicas. El plan de estudios está orientado a personas sociables, con buena expresión oral, visión emprendedora, capacidad de toma de decisiones y empatía con los clientes.
Aunque puede ser una alternativa atractiva, debes considerar las situaciones de estrés inherentes al mercado competitivo y que no es una carrera para personas reservadas. Implica tomar decisiones clave que pueden cambiar el rumbo de un producto o servicio, y, por más buenas ideas que tengas, dependerá en gran medida de los recursos económicos de la empresa.