El sector exterior se ha erigido en el motor de la economía española —sin su aportación, el PIB estaría cayendo un 4% aproximadamente— y se puede afirmar que es el pilar sobre el que se sustentará la recuperación de nuestra economía en los próximos años. La función del sector exterior como fuerza que contrarresta los efectos de una crisis no es nueva, pues su contribución ya nos permitió sortear crisis anteriores. Sin embargo, la recesión actual se ha producido en un contexto de unión monetaria que la diferencia claramente de las previas, y es que la devaluación de la moneda como táctica para ganar competitividad ya no es válida. Ante esta situación, es fundamental que la competitividad se base en otros factores, tanto macro como microeconómicos.
Alcanzar un posicionamiento ventajoso en los mercados internacionales se consigue a través de una utilización eficiente los denominados Factores de Competitividad Internacional: la financiación, la fiscalidad, la I+D+i, la calidad, el diseño, la marca, la comunicación, la inteligencia económica, la logística, los recursos humanos y las alianzas estratégicas.
Internacionalización y competitividad son, de hecho, dos términos intrínsecamente relacionados: la competitividad es una condición sine qua non para la internacionalización; y, a su vez, la internacionalización implica competitividad, pues toda empresa globalizada de forma sostenible es por definición competitiva, tanto nacional como internacionalmente.
Las empresas españolas han de convencerse de que la única forma de aprovechar las distintas oportunidades que ofrece el sector exterior es siendo competitivas en todas las fases de la internacionalización: exportación, alianza estratégica, inversión directa y multinacional.
Los Factores de Competitividad Internacional anteriormente mencionados son protagonistas de todas y cada una de las fases de la internacionalización –es obvio que nos encontramos ante un proceso que no es siempre secuencial, ya que hay empresas que pueden estar simultáneamente en varias de estas fases en diferentes mercados–.
Y es que en cada etapa hay decisiones esenciales que no deben descuidarse y que van a condicionar el nivel de riesgos y costes asociados al proceso de internacionalización, así como las probabilidades de mayor o menor éxito del proyecto internacional.
En la etapa de exportación hay que tomar decisiones tan relevantes como la elección del mercado o mercados a abordar, los canales de distribución, la evaluación de riesgos o la financiación de las exportaciones. En la siguiente etapa –alianza estratégica– destacan la selección del socio, la estructuración de la alianza y qué legislación aplica al acuerdo. En la tercera etapa –inversión directa– la empresa ha de determinar si crece orgánicamente o a través de adquisición; la selección del mercado donde establecerse, la financiación de la inversión y la estructura fiscal de la misma. En la última etapa, son fundamentales las decisiones en relación con el diseño del modelo organizativo, el plan de negocio internacional, la fiscalidad y optimización de los costes globales y las relativas a la propiedad intelectual.
En KPMG somos conscientes de la importancia del salto al exterior y de todo lo que este proceso implica para las empresas españolas (en especial, a las PYMES), y en consecuencia, hemos decidido apostar con fuerza por la internacionalización de la economía española, apalancando esfuerzos públicos y privados con el objetivo de que la internacionalización pase a ser un componente estructural de nuestra economía, abandonando su carácter coyuntural.
En este sentido, KPMG está realizando un importante esfuerzo comercial ofreciendo sus servicios de internacionalización a las PYMES españolas y ejemplo de ello es el acuerdo firmado con el Banco Santander, cuyo objetivo es revitalizar el proceso de internacionalización de las pequeñas y medianas empresas. A través de este acuerdo, KPMG, como asesor legal, fiscal y operativo, apoya a las compañías en temas como el asesoramiento en la elaboración de planes de internacionalización y de implantación en el exterior, asesoramiento legal y fiscal, así como en la búsqueda de ayudas públicas.
Antonio Hernández García
Socio de Sectores Regulados, Inversiones Extranjeras e Internacionalización de KPMG en España