Muchos son los factores a tener en cuenta a la hora de crear una empresa. Y en tiempos difíciles como el actual hay que afinar más que nunca. Por ello, aparte de una idea inicial, un plan de negocio que la respalde, financiación para el mismo y mucho esfuerzo personal, hay que ir más allá. Seguir el ejemplo de quienes han acertado con su negocio y dejarse aconsejar por expertos son aspectos fundamentales para convertirse en un empresario de éxito.
Siempre es más fácil aprender si se cuenta con el profesor adecuado. En el mundo de los negocios, esta máxima también se cumple. Para que una idea triunfe son necesarios muchos factores, pero contar con buenos consejos es fundamental para lograr el éxito y evitar tropiezos innecesarios. Encontrar un buen mentor nos allanará mucho el camino, pero no tiene porqué ser uno. Cuántos más ‘palos’ toquemos y más consejos escuchemos más posibilidades tendremos de encontrar el buen camino.
Ahora lo importante es saber discernir quién nos puede guiar.
Para comenzar a poner en prueba una idea empresarial hay que empezar por hablar con personas que conozcan el sector y el mercado en el que vamos a trabajar. Por muy buena que sea la idea, es necesario saber materializarla en un entorno concreto. No hay que buscar sólo el enfoque del empresario, sino también conocer a los clientes potenciales, preguntar sus opiniones y prestar atención a sus necesidades.
A la hora de elegir un mentor hay que tener muy claras las virtudes que se buscan en él y admirar y valorar su manera de hacer las cosas. Lo normal suele ser compartir intereses con él y que conozca nuestro futuro ámbito de actividad, pero también pueden ayudarnos mucho aquellos mentores de procedencia muy dispar a la nuestra. Incluso, en ocasiones, un mentor que difiera totalmente de nuestros planteamientos e incluso con el que no tengamos una afinidad personal también puede ser adecuado para darnos una visión discrepante que nos ayude a ver otros enfoques y probar si el nuestro es el correcto.
En cualquier caso, la relación con la persona elegida debe ser bidireccional, ya que el contacto tiene que ser provechoso para ambos. No se trata de acatar todos sus consejos, sino de escuchar mucho y dejarse guiar, pero sin perder nuestra propia estrategia de negocio. Tampoco hay que situarse en el lado opuesto y pensar que se sabe todo. Lo importante es aprender y estar abiertos a nuevas ideas y opiniones, aunque éstas no coincidan con nuestro plan establecido o expectativas.
Opiniones personales
Aparte de estos consejeros estrictamente profesionales, también puede ayudarnos contar con la opinión de algún amigo que nos conozca como persona, sepa de nuestro carácter, ambiciones, sueños, virtudes y defectos. Ellos pueden aconsejarnos desde nuestras raíces y ser de gran ayuda. Esto no implica abrir la puerta a los bienintencionados ‘sermones’ de familiares y amigos que se empeñarán en darnos aquellos consejos que no hemos pedido, sin tener ninguna experiencia en la materia.
Rodearnos de otros emprendedores siempre será de gran ayuda, aunque su sector no sea el nuestro. Si ellos se encuentran en nuestra misma fase de crecimiento o han pasado recientemente por ella, su opinión seguro que es muy valiosa.
Y nunca debemos olvidar que de los errores se aprende: de los propios y de los ajenos. Si nuestro mentor ha cometido errores, seguro que ya sabe cuáles son las soluciones. Y esto a nosotros nos será de gran ayuda. Hay que recelar siempre de quienes afirman saberlo todo y nunca equivocarse, máximo si su experiencia personal no demuestra esa valía.
Como decía Voltaire: “Hay alguien tan inteligente, que aprende de la experiencia de los demás”. Si la figura del mentor ya ejercía su papel en la Grecia Clásica, debemos aprovechar su experiencia también en nuestros días para conseguir alcanzar todo nuestro potencial y el de nuestro negocio.