El presidente del Foro Internacional de Marketing, Rafael Muñiz, en las conferencias que impartió en 2006 ya comentó que El Corte Inglés en 2015 no existiría. Lógicamente, al decir no existir no se refería a que cerraría sus puertas sino a que cambiaría su modelo de negocio porque sería caduco.
Con 78 centros, 37 hipermercados, 268 supermercados y tiendas de conveniencia, 111 ópticas y 83 tiendas de moda Sfera, entre otros activos, El Corte Inglés se ha convertido hoy en un imperio, que, sin embargo, tiene todavía un reto pendiente: la transformación del gran almacén hacia el modelo que permita pilotar el crecimiento de la empresa durante las próximas décadas.
El cambio de los hábitos de consumo y el crecimiento y diversificación de la oferta no dejan otra salida posible a la empresa que la de redefinirse como un gran centro comercial, el que al margen de las compras quepan también el ocio y la restauración. Por ejemplo, El Corte Inglés ubicado en San José de Valderas, Madrid, en su rótulo aparece Centro Comercial El Corte Inglés, al igual que el de Sanchinarro, también en Madrid. Son los primeros síntomas de la transición de grandes almacenes a centros comerciales.
Los gestores han entendido que sólo hay una respuesta posible para cambiar el modelo de negocio: ajustando y diversificando su oferta. En la compañía nadie duda de que el servicio y atención al cliente -con el si no queda satisfecho le devolvemos su dinero como referencia- debe seguir siendo la máxima para atraer al consumidor, pero se ha entendido también que no vale sólo con ofrecer ropa, alimentación, electrónica, música, libros, mensaje, óptica o viajes.
En el grupo están convencidos de que para seguir atrayendo a los clientes, sobre todo a los más jóvenes, es necesario también ofrecerles de un buen servicio de restauración, darse un mensaje en un spa, tomarse una pizza, una hamburguesa o un café a media tarde y, quien sabe, si acabar en el futuro, acudiendo al gimnasio, a la bolera o al cine.