El Presidente de los Estados Unidos, Barack Husein Obama, ha llevado a cabo la mejor campaña de publicidad política de la historia, hasta el punto de convertirse en la marca más valorada del año. Nadie hasta ahora, y mucho menos en un campo tan propenso a los navajazos de adversarios y amigos como la política, había concitado tal apoyo. Resulta casi imposible encontrar alguien que se muestre abiertamente contrario, a lo más que podríamos llegar sería toparnos con algún desconfiado.
Resulta, pues, todo un logro de marketing y comunicación haber construido en poco más que un año una marca, no sólo de un conocimiento global casi absoluto, si no muy especialmente con unos niveles de apoyo, empatía, confianza, movilización y anhelo tales que permiten las alabanzas desde la izquierda hasta casi la extrema derecha europea; desde buen número de intelectuales hasta el hombre de la calle. Incluso El País y El Mundo se han puesto de acuerdo. La Razón y Público, cada uno desde su particular punto de vista, presentan a Obama como la gran esperanza del futuro.
Todo esto ha sido posible gracias a una muy bien meditada estrategia, un buen número de excelentes acciones tácticas y una impecable utilización de los medios; de todos los medios. No sólo de la televisión, a través de la cual ha podido colarse en el salón de cada casa de Estados Unidos y del mundo, como hizo Kennedy en su momento; si no mediante soportes tan peculiares como, por ejemplo, los cómics: Barack Obama y Spider-Man comparten cinco páginas del número 583 de Amazing Spider-Man, lanzado por Marvel unos días antes de la jura presidencial, en el que el arácnido superhéroe salva la toma de posesión del nuevo presidente.
Pero donde el acierto del nuevo presidente ha resultado de todo punto incomparable ha sido en la utilización de las nuevas tecnologías. Como muy bien ha señalado Juan Varela en Público: “Obama es el presidente más comprometido con la tecnología y las ideas de la democracia y la cultura participativa de Internet. Se ha convertido en parte de la identidad de muchos ciudadanos que aportan ideas, celebran encuentros de apoyo en casas y lugares públicos y lo han acompañado en la web, con su dinero, y en las urnas hasta la mayor fiesta de la política en la que se ha convertido su toma de posesión”. Sin duda alguna un ejercicio y una apuesta por la participación que el propio Obama reconoce como esencial en uno de sus vídeos colgados en la red: “Como presidente necesitaré la ayuda de todos los norteamericanos para enfrentar los desafíos que nos esperan”.
Así pues, el flamante nuevo presidente de los Estados Unidos no sólo representa una lección desde los contenidos de sus mensajes, que son los que han venido cargando de contenido la marca, si no, muy especialmente, desde las herramientas tecnológicas utilizadas. Éstas le han convertido en el primer presidente de la historia con una red social propia, no en balde posee más de trece millones de datos personales y correos electrónicos de sus seguidores, muchos de los cuales, además de aportar sus votos, han ayudado con su dinero al sostenimiento de su candidatura. ¿A cuantas compañías de los Estados Unidos les gustaría contar con semejante potencial? Sin duda alguna a muchas.
La campaña de Barack Husein Obama ha resultado una lección de marketing y comunicación para todos. De ahí que políticos, partidos, marcas comerciales e incluso religiones de todo el mundo lo imiten. El propio Vaticano está estudiando la puesta en marcha de una gran red social para los católicos. También el PP acaba de lanzar una web para debatir ideas y su líder Mariano Rajoy mantiene reuniones con expertos en Internet.
Esperemos que todo este aprendizaje no caiga en saco roto y veamos muy pronto un cambio cualitativo de nuestro entorno, de manera que las estrategias de comunicación de nuestros ministerios, consejerías y ayuntamientos se orienten hacia una estrategia global en lugar de segmentar mediante una infinita multiplicidad de concursos las diversas campañas que configuran su imagen de marca. ¿Quién pondrá la primera piedra?