MERCEDES MARCOS.- Lo de Joseba Iza y sus tres socios es un caso de éxito de cómo construir un proyecto de emprendimiento social y hacerlo autosostenible y escalable. Pero es más que eso. Hope Food, es además una idea de negocio que desmonta a los incrédulos que aún piensan que empresa y compromiso social son dos fórmulas incompatibles.
Caso de éxito de cómo construir un proyecto de emprendimiento social y hacerlo autosostenible y escalable. Clic para tuitear
Hope Food es una organización que se dedica a convertir la pérdida alimentaria de frescos en un proceso de reabastecimiento, dirigido a aquellos estratos sociales que más lo necesitan. Es decir, ellos se encargan de recoger de las empresas adheridas a su programa los productos frescos que descartan, para luego repartirlos entre comedores sociales. “Empezamos a funcionar hace ya 20 meses, y lo que nos inspiró para arrancar con el proyecto fue aquel programa de Jordi Évole en el que se destapaba cómo gestionaban sus sobras una conocida cadena de supermercados”, expone Iza.
Hope Food es una organización que se dedica a convertir la pérdida alimentaria de frescos en un proceso de reabastecimiento. Clic para tuitear
A partir de ahí, y tras un viaje a EEUU de uno de los fundadores de Hope Food, éste descubrió en Los Ángeles un negocio similar a lo que es hoy su compañía (Food Recovery) que les sirvió como modelo de inspiración, pero ¿cómo trasladar este proyecto a España?
Iza explica que mientras que en Estados Unidos las empresas pagan por los kilos de residuos que producen, en España “tirar basura es gratis”. “Teníamos claro además que nuestro negocio se iba a asentar sobre tres pilares: los socios fundadores no íbamos a vivir de esto, queríamos ayudar a las personas que acudían a los comedores sociales y a la vez, queríamos contratar para nuestro proyecto al mayor número de personas, preferentemente a gente en situación de exclusión social”.
Para dar cobertura a todos estos objetivos y además, favorecer un servicio que no repercutiera directamente en gastos para las empresas que los contrataran, en Hope Food se valieron de la Ley de Mecenazgo, que contempla una deducción fiscal para las donaciones.
Mientras que en Estados Unidos las empresas pagan por los kilos de residuos que producen, en España “tirar basura es gratis”. Clic para tuitear
Joseba Iza relata esta forma de financiarse con un ejemplo. “Imagina una panadería. En esta panadería se hacen 20 croissants en un día cuyo coste de producción es 50 céntimos, aunque los vendes por 1 euros. Si al final del día le sobran 3 croissant, esta panadería puede declarar 1.50 euros como donación, y al final de año de esta donación, bien gestionada, se percibe una deducción fiscal. Nosotros nos sustentamos con un fee que les ponemos a estas empresas, que sale de la propia deducción fiscal de final de año, pero además, les ayudamos a gestionar sus sobras cumpliendo una labor social. De hecho, muchas empresas lo hacen como parte de la imagen que quieren proyectar en su Responsabilidad Social Corporativa”.
Comedores de empresas, caterings o el mismo Starbucks reciben los servicios de Hope Food en la actualidad, que de media ayuda a comer diariamente a 600 personas. “Cada una de las compañías que están adheridas a nuestro programa recibe puntualmente un reporte del número de unidades o kilos que han donado y a cuántas personas han podido ayudar con su aportación”, indica Iza.
Lo curioso de este proyecto es que aunque están en conversaciones con algunas cadenas de supermercados, todavía no tienen como cliente a ninguno. “Cuando nació Hope Food fueron los primeros negocios a los que nos asomamos y la respuesta siempre fue la misma: no tiramos comida, pero sabemos que eso no es verdad. No da buena imagen decir que tiran sus sobras”.
Joseba Iza defiende la gestión de Hope Food porque apenas existe infraestructura que se dedique a gestionar los productos frescos, tan necesarios en la dieta de cualquier persona, y porque además, muchos de los productos que las empresas descartan, lo hacen solo por criterios de calidad o aspecto. El conocido “consumo preferente”. Pero eso no quiere decir que no estén aptos para comer, ni mucho menos que sean perjudiciales para la salud.
Aún así, los fundadores de Hope Food siguen expendiendo sus redes e intentando rescatar de la marginalidad a más y más personas. Joseba Iza explica que actualmente están presentes en Madrid y País Vasco, repartiendo el producto fresco a través de sus trabajadores, quienes “quizás no tienen formación, porque algunos de ellos son personas que hemos recuperado de la marginalidad, pero sí tienen un carné de conducir y ganas de trabajar. Para nosotros es muy importante que perciban un sueldo justo, e incluso por encima de la media, porque es otro de los objetivos de nuestra idea de negocio y porque además, si no fuese un negocio, no seríamos capaces de hacer lo que hacemos y a la vez ser independientes”.