MERCEDES MARCOS- Reconocer el error, adquirir visión periférica, dejar de “sacar el dedo”, apuntando hacia los demás, para iniciar el honesto camino de la autocrítica…, el coach profesional Hugo Serantes, sabe que a todos nos cuesta “darnos cuenta” de aquello que nos limita en el trabajo, pero una vez que tomamos consciencia se produce lo que él denomina el efecto “wow”.
Para Serantes, ese es su cometido: “acompañar profesionalmente a personas y entidades en el camino para lograr sus objetivos“. Ayudarlas a alcanzar sus metas “dándose cuenta de algo” que hasta el momento, por esencial, era invisible a sus ojos. Y el coach -que lleva toda una vida vinculado al mundo del deporte-, ejerce la faena con pasión.
Nos cuesta darnos cuenta de aquello que nos limita en el trabajo. Clic para tuitear
Su vocación docente, le llevó desde los 18 años a entrenar a equipos de rugby. En paralelo fue jugador profesional de esta disciplina y más tarde Seleccionador Nacional de Rugby, bagaje que le proporciona la técnica perfecta para aunar las mejores prácticas de instrucción deportiva, con el saber hacer de quien se ha colocado a ambos lados de la barrera.
“Podría pensarse que la formación de equipos deportivos y la de los entornos de empresas son muy diferentes, aunque lo cierto es que solo cambia el escenario. Al final, lo más importante es el factor humano, que es lo que verdaderamente multiplica el efecto de nuestras acciones“, expone Serantes.
De esta certeza se dio cuenta Hugo muy temprano. En su época de entrenador. El coach se preguntaba por qué cuando proponía un ejercicio a su equipo durante el entreno, lo que había salido perfecto un día, al siguiente era un desastre. Y la respuesta estaba en ese componente humano.
Lo más importante es el factor humano, que es lo que verdaderamente multiplica el efecto de nuestras acciones. Clic para tuitear
Por eso, para Serantes, el primer paso es diagnosticar el vínculo que tenemos con nuestra profesión. “Existen tres tipos de vínculos, el ocupacional, que se basa en una motivación netamente salarial, el vocacional, que es el que se establece ante la motivación de la tarea en sí y por último el trascendental. Ese que consigue dejar legado. El que define en qué me convierte lo que hago y de qué manera transforma a los que están a mi alrededor.”
La cuestión es, aun logrando alcanzar el vínculo trascendental, ¿cómo mantener en mente de forma continua esa motivación? El coach advierte que la dificultad no reside ahí, sino en adecuar la fijación de objetivos que corresponde a cada momento. “Esto me recuerda a un descanso durante la final del Campeonato de Europa de la Sub-21. Nos adelantaban en el marcador, pero veía posibilidades de remontada, y en el vestuario le pregunté a mi equipo, ¿cuál es el objetivo de hoy? y todos me contestaron que ganar. Sin embargo, yo les dije que el objetivo era ser la mejor Selección que pudiéramos ser ese día. Ese afán es el que depende de nosotros, y el marcador es una consecuencia, pero el objetivo es el propio camino, porque cada minuto, cada segundo, cuenta”.
Con esta fórmula suele explicar Serantes durante sus formaciones los continuos desequilibrios que se producen en nuestros trabajos cuando en la gráfica de objetivos y competencias no equilibramos el tiempo.
Los desequilibrios se producen cuando en la gráfica de objetivos y competencias no equilibramos el tiempo. Clic para tuitear
Para el coach, los problemas de las empresas con los equipos comienzan en el mismo momento de la selección, y tienen mucho que ver también con el factor humano. “Sabemos mucho de los conocimientos y habilidades de quienes se presentan, pero nada de su actitud. Al final en el trabajo se necesita tener más que conocimiento”.
Y si la actitud es, como decía la fórmula de Victor Küppers, lo que multiplica las capacidades, Serantes destaca igualmente el papel del líder. “Tienen la responsabilidad de transmitir con su discurso el contexto de confianza adecuado para que su equipo crea que es capaz y de que a su vez ello sepan transmitir al cliente final esa pasión. En este caso, no les digas que ofrezcan el producto, ofréceme las sensaciones que me proporciona, luego únemelo a la marca y de esta manera tendremos la venta. Al final todos hemos comprado alguna vez un producto mucho más caro de lo que pensábamos”.
El coach relata que suele ejemplificarlo durante sus sesiones con el símil de un piano. Cuando se dirige al grupo pregunta que quien sabe tocar un piano, “alguno levanta la mano, pero cuando pregunto que quién sabe hacerlo sonar, todos la levantan”. El valor del líder en este caso reside en saber hacer sonar las notas y conocer qué tecla justo casa mejor con otra para que suene música. “Para eso es básico entusiasmar, conocer, escuchar y observar comportamientos”, indica.
El valor del líder en este caso reside en saber hacer sonar las notas y conocer qué tecla justo casa mejor. Clic para tuitear
Hugo Serantes, que ha trabajado con distintos perfiles de la empresa y de sectores de lo más variopintos, advierte que lo ideal es que el acompañamiento se realizase primero de forma grupal, luego un seguimiento individual, y posteriormente todos unidos de nuevo. “Sin embargo, la mayoría de empresas solo contratan ese impacto inicial que al final no es eficaz a largo plazo porque no llega a quebrar la rueda”.
“Llevo 20 años dedicándome a esto y a muchos líderes les resulto incómodo. A veces, incluso, me permito sacar de mi maletín una varita mágica y cedérsela por si quieren hacer magia….y algunos incluso han llegado a romper un acuerdo ante esto, pero hay problemas que no pueden solucionarse con mi ayuda. Así se lo dije a un empresario que pagaba 700 euros a licenciados. En cuanto esos chavales pierdan la ilusión -que es lo que les mueve-, y empiecen a calibrar lo que les pesa no poder independizarse, dejarán de trabajar ahí”.