Ramón Oliver nos deja su último artículo sobre los ‘disidentes’ que
no han seguido los pasos profesionales de sus padres… no necesariamente para
mal.
Ana Patricia Botín, Alberto Ruiz Gallardón, Matías Prats Chacón, Carlos Sainz Jr., Cayetana y Fernando Guillén Cuervo… Todos ellos decidieron seguir los pasos profesionales de sus padres (y en algunos casos, también de sus abuelos). Es un patrón frecuente que se da en todas las profesiones. Aunque no siempre es así. En ocasiones surge en el seno de la familia un disidente que, para disgusto (o alivio) de sus progenitores, trunca la saga al elegir un oficio distinto al marcado por sus apellidos. Hemos preguntado a algunos de estos versos libres qué les llevó a separarse de la tradición familiar y cómo se lleva eso de ser la oveja negra de la familia.
En casa de Marta Hernández Gancedo (Madrid, 39 años) ponerse enfermo no suele ser un problema. Con su padre, su madre, su hermana, su cuñado y cuatro de sus tíos y tías médicos, su familia es lo más parecido a un hospital en versión doméstica que pueda haber. Otorrinolaringología, traumatología, anestesiología, radiología, pediatría o medicina general son las especialidades que cubre el clan. Con semejante cuadro médico en casa, el hecho de que Marta se decantara por estudiar Derecho es, como mínimo, singular. Algo que, asegura, no supuso ninguna decepción para sus padres. “Al contrario, ellos siempre nos han apoyado tanto a mi hermana como a mí en todas las decisiones que hemos tomado”.
Trabaja como abogada en una notaría de Madrid. Siempre tuvo muy claro que la medicina no era lo suyo. “Para ser medico hay que ser de una pasta especial. Es muy vocacional. Viven momentos muy reconfortantes, pero también conviven con mucho sufrimiento, y eso hace que su realidad sea distinta a la tuya. No es lo mismo el estrés que puede generarte a ti una sobrecarga de trabajo que el que experimentan los médicos cuando fallece uno de sus pacientes”, reflexiona.
La coach Aida Baida Gil destaca que el hecho de que crecer rodeado de personas que se dedican a una misma actividad puede ser un excelente caldo de cultivo para despertar vocaciones. “Escuchar tantas conversaciones relativas a un mismo tema puede hacer que te acabe interesando a ti también”, señala. No despertaron su vocación, pero Marta Hernández ha escuchado y participado en muchas conversaciones médicas en su vida.”Es inevitable, la profesión médica es muy endogámica. Los médicos se casan con médicos y hablan de medicina. Pero también es muy interesante. A mí me gusta mi familia de médicos”, concluye.
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